Barcelona fue uno de los primeros lugares de España que entró en la industrialización y, desde que lo hizo, se convirtió en un referente manufacturero a nivel europeo. A día de hoy, sin embargo, es el sector servicios el que predomina en su economía, y muchos de los terrenos tradicionalmente industriales se han convertido en ruinas que recogen los ecos de las máquinas repiqueteando años atrás.
El barrio industrial más tradicional de la ciudad es el Poblenou, situado en su extremo oriental frente al mar y atravesado por el último tramo de la Avenida Diagonal. En sus orígenes fue un pueblo independiente, pero fue engullido por Barcelona al igual que otros tantos municipios tales como Gracia. Su desarrollo industrial fue muy fuerte y se mantuvo hasta mediados del siglo XX, momento en el que el foco de industria se trasladó a la Zona Franca. El barrio permaneció en decadencia y marginalidad hasta la celebración de los Juegos Olímpicos, que supusieron el punto de partida para un ambicioso plan de regeneración urbana, en el que se pretendía reconvertir 200 hectáreas (lo que serían 115 manzanas típicas de L'Eixample) en zonas de negocios, viviendas y áreas culturales y de recreo. Al proyecto se le conoce comúnmente como 22@.
El curioso nombre de este plan procede de la calificación urbana del terreno a regenerar, 22a, que se transformó en 22@ ya que uno de los pilares en los que se sustenta la reconversión es el de la economía del conocimiento, cuyas actividades se representan con una @. Todas estas actividades se centran en la investigación, el desarrollo, la innovación, el ingenio, el diseño, las nuevas tecnologías o los medios de comunicación.
Gracias a su buena situación metropolitana y al apoyo público-privado, el 22@ no deja de crecer y hace tiempo que dejó de existir únicamente sobre el papel para convertirse en algo real. El urbanismo de calidad se ve en cualquier esquina del nuevo barrio, acompañado de una arquitectura de altura considerable y diseño singular y muy cuidado. Tal vez, el icono de esta regeneración sea la torre de Aguas de Barcelona, la Agbar, con su característica forma y textura. Pero tan sólo es la punta de flecha de una gran cantidad de proyectos tanto de arquitectos consagrados como también de estudios nacionales que buscan un hueco en el sector. Además, también se tiene en cuenta el pasado fuertemente industrial del Poblenou, conservando varias estructuras que fueron testigos de la época del "Mánchester catalán".
22@, una apuesta por el buen hacer y por crear un entorno urbano accesible, agradable, útil y lleno de vida. Desde mi punto de vista, es la envidia de cualquier otra ciudad española. Ojalá se fomente más este modelo de regeneración urbana, que crea muchos más puestos de trabajo después de su construcción que durante la misma.
Para más información: 22@ Barcelona
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