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jueves, 11 de abril de 2013

Arquitectura oculta

El Museo de Arquitectura Schusev de Moscú ha creado una campaña publicitaria en la que se han expandido bajo tierra edificios característicos de la capital rusa, como la catedral de San Basilio, el rascacielos Kotelnicheskaya (actualmente es una universidad) o el Teatro Bolshói. Las imágenes simulan grandes icebergs urbanos de gran calidad, e incluso llegan a rivalizar con los edificios originales.




 Vía Pixfans.

martes, 12 de junio de 2012

Cities & Typography: lugares que inspiran

El diseñador Gökhun Güneyhan ha creado una serie de tipografías inspiradas en ciudades y países, tomando como referencia elementos característicos de los diversos lugares seleccionados. Tal vez pueda parecer que parte de tópicos, pero más que eso, en la mayoría de casos usa iconos consagrados y fácilmente reconocibles por el gran público.

Amsterdam

Barcelona

Bélgica

Burdeos

Budapest

París

Polonia

Praga

Spain

Estambul


Flandes

Campos Elíseos

Para más información: http://portfolio.gokhunguneyhan.com/

martes, 18 de octubre de 2011

L'eau à Paris


5:46 am from ArtefactoryLab on Vimeo.


5:46 AM en París. El agua es la protagonista de este inquietante vídeo de luces, sombras y reflejos. La música le da un carácter terrorífico, pero lo que intenta expresar es soledad. Es difícil ver muchos de los lugares retratados tan vacíos.

Atención a la última fotografía; es brutal.

Para más información: El Safari

martes, 6 de septiembre de 2011

El 'Efecto Bilbao'


Una ciudad que sufrió una crisis industrial sin precedentes, a la que se sumó la catástrofe de las inundaciones de 1983. Un 25% de desempleo, miles de millones de pesetas en daños, fábricas cerradas, chimeneas que ya no exhalaban humo... Bilbao estaba en las últimas. Pero no le pasaría lo mismo que a Pompeya, a Babilonia o –en clave más real– a Detroit. Todas las instituciones públicas se unieron con el fin de encontrar una solución y diversificar la economía, para lograr una transición real y efectiva que diera paso a una dependencia mayor del sector servicios. Se llevaron a cabo obras faraónicas de infraestructuras –puentes, metro, tranvía, puerto exterior, aeropuerto, accesos por carretera...–, se crearon sociedades exclusivamente centradas en la regeneración urbanística –BilbaoRia2000 y BilbaoMetropoli30–, y se endeudaron hasta las cejas para financiar toda la recuperación. El apoyo de la ciudadanía fue ejemplar, a pesar del imperante escepticismo. Se pusieron en marcha proyectos para crear focos culturales, atracción empresarial y la celebración de eventos internacionales. Sin embargo, nada hubiera sido lo mismo sin el Museo Guggenheim.



Ha sido el verdadero detonante del famoso 'Efecto Bilbao'. Diseñado por Frank O. Gehry, se ha convertido en un icono del deconstructivismo y la cabeza de flecha de una ingente cantidad de nuevos edificios culturales de arquitectura singular. Recibe cerca de un millón de visitantes cada año, muestra una de las colecciones más importantes de arte contemporáneo del mundo –de la Solomon R. Guggenheim Museum Foundation de Nueva York– y genera un impacto en la economía de la ciudad vasca de decenas de millones de euros. Su coste supuso invertir lo que no se tenía y, a pesar de que las voces en contra de su construcción fueron numerosas, lo cierto es que ha sido la mejor inversión que se ha hecho en la capital vizcaína. Amortizado con creces, haciendo que millones de personas se hayan molestado en viajar hasta Bilbao, y poniéndola en el mapa, ¿qué ciudad no querría albergar un edificio así?


Está claro. Cientos de ellas. Unas cuantas solicitaron a la Solomon R. Guggenheim Museum Foundation la creación de un museo como el de Bilbao, con la firma de un arquitecto prestigioso y de aspecto singular. En Abu Dhabi ya están construyendo el hermano mayor de la pinacoteca bilbaína, y estaban a punto de construir otro en Guadalajara (México) y en Vilnius, la capital de Lituania. Pero el 'Efecto Bilbao' trasciende la condición de que tenga que haber un museo Guggenheim en una ciudad. Lo que se necesita es que haya un icono lo suficientemente potente como para crear una revolucionaria metamorfosis urbana.
Iconos hay en todas las ciudades. Londres y su Big Ben, París y su Torre Eiffel, Barcelona y su Sagrada Familia... Y son sólo los primeros que me vienen a la mente. Los iconos ayudan a identificar y representar ciudades fácilmente; son la imagen de un producto a vender. Es lo que se intentó crear con el Museo Guggenheim Bilbao, y no hace falta reiterar que se ha conseguido. Otras ciudades, en cambio, no han tenido la misma suerte.


Han creído que, por encargar un edificio de vidrio, acero o de formas imposibles, iban a catapultarse a la fama internacional. Arquitecto de fama internacional + zona degradada + gran inversión privada y sobre todo pública = salvación. Esta es la fórmula que ha dominado el panorama mundial de arquitectura icónica en la última década. El problema es que, de haber fórmula, tendría que tener muchísimas más variables. Un único edificio no regenera una ciudad entera. El Guggenheim de Bilbao es la punta de un gran iceberg sobre la ría del Nervión.


Una ciudad que no deja de ganar visitantes y premios por todo el mundo –el último ha sido el Nobel de las ciudades, el Lee Kwan Yew–, que ha sabido reinventarse y que ahora es un referente mundial de arquitectura, gastronomía, calidad de vida y saber hacer. Ahora mismo está en proceso de saber si será la capital mundial del diseño de 2014, puesto que se disputa entre Dublín y Ciudad del Cabo. Gane o no, siempre tendrá el mérito de haber creado un antes y un después en la regeneración urbana.

sábado, 6 de agosto de 2011

El Hong Kong español


"Es la ciudad con más rascacielos por habitante del mundo". Así comienza el vídeo de Canal de Historia dedicado a las ciudades más verticales. En casi 7 minutos y medio, se resume cómo ha evolucionado un pequeño pueblo dedicado a la pesca, convirtiéndose en un referente turístico europeo y llegando al desarrollismo rascacieril que viven ahora muchas regiones de Asia.
El dato que más me llama la atención es el de que si hubiera 12 Benidorms a lo largo de la costa mediterránea, el resto sería zona virgen.
Muchos la odian y otros la adoran. Lo que es indiscutible es que Benidorm está a la vanguardia de la construcción en altura de España.