Jon, 22, bilbaíno de pro y amante sin remedio de la Arquitectura. En la época en la que apenas pasaba el metro de altura, ya me fascinaba la forma en la que los edificios se sostienen en pie. «¿Por qué no se caen?». Me parecía auténtica brujería.
Años más tarde, descubrí que los fundamentos de la física explicaban cómo ocurre este fenómeno tan mágico, pero aún me embargaba un sentimiento inexplicable de admiración hacia la Arquitectura. El afán del ser humano de construir espacios, de levantar estructuras, de dar vida al acero y al hormigón...
Por esa razón, no lo dudé un instante: tenía que estudiar Arquitectura. A los 18, comencé mis estudios en la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de San Sebastián, y la verdad es que no me fue del todo mal. Por fin estaba haciendo lo que realmente me gustaba, a pesar de las noches en vela y las entregas de proyectos a última hora.
Sin embargo, las cosas se torcieron económicamente, así que tuve que abandonar con inmensa rabia el motivo de mis alegrías.
Pero no todo ha sido tan amargo. Mi otra pasión, el cine, es la que estoy desarrollando ahora en mis estudios de Comunicación Audiovisual. Estoy aprendiendo a ver las cosas desde otra perspectiva, con ganas de emprender muchos proyectos y con la ventaja de poder combinar los conocimientos arquitectónicos previos con los que estoy adquiriendo sobre imagen y sonido. Además, sé que en algún momento de mi vida retomaré mis estudios anteriores.
Y es que, al final, todo está relacionado; simplemente hay que saber encontrar la conexión adecuada.
En eso consiste arquitechtechtech: temas diversos y aparentemente inconexos, pero transversalmente atravesados por esa disciplina mágica, mitad arte y mitad ciencia, que hace que los edificios vuelen :)
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