jueves, 4 de agosto de 2011

La arquitectura del cuerpo





Desde sus inicios, la Arquitectura siempre se ha mantenido fiel a un principio: la escala humana. Suena obvio, pero este concepto no se desarrolló hasta que se lo plantearon en la Antigua Grecia. No había habido una civilización que se preocupara más por la escala y las proporciones que la helena. El famoso "orden griego" que todos hemos tenido que estudiar en algún momento de nuestra vida es el mejor ejemplo.
Pero no me voy a centrar en analizar los distintos órdenes porque ya lo ha hecho mucha gente antes que yo durante siglos, y llego un poco tarde -pero igual un día le dedico un especial-.


La escala humana. Todo lo que tenemos a nuestro alrededor está adaptado a nosotros. Aunque hay cosas que podrían estar mejor adaptadas, ¿verdad?. Este tema fue muy discutido durante el Renacimiento, donde se recuperó la idea de la escala humana y se expandió. Para hacer un mundo a la medida del hombre, primero había que saber qué medida exacta tenía el hombre. Debido a que no hay un estándar del ser humano, lo buscaron. Sin embargo, lo único que encontraron fue que no había una medida estándar, sino una proporción que se cumplía en todas las personas.
Siglos más tarde, Le Corbusier, basándose en las proporciones del cuerpo humano -y centrándose en el número áureo o phi- creó su famoso Modulor.


Hace varios meses, tuve la oportunidad de ver en el Guggenheim de Bilbao, en la exposición Caos y Clasicismo, los maniquíes con los que abro el post, de la mano de Giorgio de Chirico. En todas sus obras se puede ver una sensibilidad especial por temas arquitectónicos clásicos, bajo un punto de vista metafísico.

La Arquitectura siempre ha sido, de algún modo, contenedora del ser humano. Pero, ¿qué pasa cuando es el ser humano el que contiene a la Arquitecura? Pues que surge la moda.
No hablo de la moda como algo que todo el mundo sigue hasta que aparece otra cosa diferente para que la sigan, y así constantemente. No, yo me refiero al arte de crear la imagen y envoltura de la persona, bajo los tres principios de Vitruvio -firmitas, utilitas, venustas-.

Hacer tangible algo ideado y proyectado para cubrir una necesidad espacial, estética, y que se mantenga en el tiempo. Arquitectura del cuerpo.

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