miércoles, 14 de septiembre de 2011

Pornografía arquitectónica

Una de las frases que más me marcó el pasado año fue que «las revistas de decoración son pornografía». Es una afirmación llena de sorna, pero su intención no se queda simplemente en hacer gracia.


La pornografía que todos conocemos implica carencia de ropa y actos sexuales explícitos. Los dos rombos en la arquitectura, lejos de mostrar espacios exentos o estructuras al desnudo, enseña tipos de cortinas, juegos de sábanas, sillones chaise longue, combinaciones de estampados en papeles pintados, mesas de comedor... En resumen, la decoración pura y dura.

La arquitectura parece un campo ajeno a la mayoría de los mortales, pues su entendimiento requiere un largo proceso, aunque muy pocos se dan cuenta de que el espacio que conforman las paredes de sus hogares forma parte de la arquitectura. Pero no sólo los muros; la disposición y el tipo de muebles también crean arquitectura y condicionan la fluidez del espacio -no confundir con el "arte" del Feng Shui- de lo que se conoce como superficie útil, que es aquella que se puede pisar. 
¿Por qué se dice que la decoración es pornográfica? Todo depende del punto de vista. Los más puristas opinan que la arquitectura crea espacios, y que la decoración los adorna. Un arquitecto puede definir la posición adecuada de todos los muebles, pero desde su punto de vista. Al fin y al cabo, la gran mayoría de las veces, el arquitecto no va a habitar el espacio que ha diseñado. 


La decoración es la arquitectura prêt-à-porter. No todo el mundo tiene por qué estar sensibilizado con lo arquitectónico. Tabiques, vigas o ventanas son vox pópuli, pero los conocimientos teórico-prácticos de andar por casa no van mucho más lejos. Sin embargo, todo el mundo sabe si se siente a gusto en uno u otro espacio, o si una disposición mobiliaria es más cómoda que otra en función del uso diario. Por lo tanto, que la gente compre revistas de decoración es totalmente loable, y que se añadan, quiten o modifiquen disposiciones de los arquitectos también. Además, los interioristas suelen recibir una base arquitectónica lo suficientemente buena como para crear y modificar espacios de tal forma que la persona que los vaya a habitar esté conforme.


En cualquier caso, no he contado nada que cierta marca escandinava no promocione con un eslogan muy pegadizo. La arquitectura es el arte de proyectar espacios, pero el arte de habitarlos corresponde a sus inquilinos.



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