miércoles, 14 de diciembre de 2011

Lost in projection


La arquitectura moderna que comenzó sus andadas en el primer tercio del siglo XX bebió mucho de la forma de hacer casas tradicionales de Japón. La ligereza, las líneas puras o la concepción del espacio son algunas de las características que inspiraron a Richard Neutra o a Mies van der Rohe, aunque puede que el más influenciado por la casa nipona fuera Frank Lloyd Wright



Cuando el año pasado nos mandaron proyectar una habitación individual para un estudiante de arquitectura, lo primero que se me pasó por la cabeza fue una escena de 'Lost in Translation', en la que la protagonista –Scarlett Johansson– aparece sentada en la repisa de una amplia ventana mirando la infinitud de Tokio. Antes de idear cómo sería la habitación, pensé en qué quería que se viera desde ella. Por supuesto, la tarea era hacer la habitación, no el exterior, así que decidí inspirarme en la escena y en su contexto.

Como influencias no escogí a ningún arquitecto en concreto, simplemente me dediqué a observar en qué medida estaba presente la esencia japonesa en las construcciones del Movimiento Moderno. Descubrí que aparecía en más sitios de los que yo pensaba, y que era difícil de representar en una habitación de 3,5 x 5 metros. Realmente no sé cuál fue el proceso de selección, pero elegí no ser muy sutil y utilizar como pictograma el shoji, la típica puerta corredera japonesa hecha con papel de arroz.


El papel de arroz permite que un espacio cerrado esté uniformemente iluminado de forma indirecta porque hace de difusor de la luz. Quise que esta particularidad del shoji apareciera en el proyecto pero sin que fuera tan evidente, así que reinventé su uso y lo convertí en un panel luminoso a modo de lámpara. Así, se podía crear una luz que emulase la natural. Ya existen lámparas recubiertas con pequeños shojis, pero no encontré ninguna que tuviera la forma del panel a modo de puerta. El resultado se aprecia en la imagen que encabeza esta entrada.

Sin embargo, no me estaba centrando en la principal cuestión que se nos pedía: la distribución espacial. Tras devanarnos los sesos en busca de la distribución ideal, nos mostraron en clase diversas disposiciones de los muebles, que hacían fluir el espacio de una u otra forma. Nos dieron parte del trabajo masticado. Es peligroso ceñirse exclusivamente a lo que los profesores quieren, como también lo es desmarcarse de las normas establecidas. Hay que encontrar un equilibrio factible, así que realmente no nos solucionaron la vida, pero al menos supimos qué era lo que no querían que hiciéramos.


La división del espacio de mi propuesta de habitación puede interpretarse de dos maneras. Por un lado, se diferencian las zonas de día –a la derecha– y de noche –a la izquierda–. Esta interpretación es peligrosa porque se supone que el usuario es un estudiante de arquitectura, que puede dormir de día –lo que el trabajo le permita– y hacer sus tareas de noche. Por lo tanto, me gusta más la otra interpretación, que se basa en la zona de trabajo –esquina superior derecha–, la zona de descanso –esquina superior izquierda–, la zona de entrada-tránsito –esquina inferior izquierda–, y la zona de evasión-ocio –esquina inferior derecha–. En resumen, el espacio está dividido en cuatro cuadrantes con una función específica.


Como se puede apreciar, no hay apenas mobiliario, pero el espacio está perfectamente definido. La zona de trabajo consta de una mesa plegable anclada a la pared para poder dibujar con comodidad y una silla inspirada en los diseños de Mart Stam. Aquí, la luz de los shojis llegaría con menor intensidad, pero la fuente principal de luz se supone que es la exterior –y, aunque no aparezca, la de una lámpara de escritorio–. Aun así, las estanterías tienen paneles de papel de arroz, que permitirían el traspaso de la luz con la intensidad suficiente como para ser relevante. De esta forma, los libros y demás objetos apilados en las baldas se verían como siluetas en penumbra.


Para la zona de descanso, utilicé el mismo concepto del shoji para crear una iluminación en la cabecera de la cama. El espacio aprovechable para vestirse no es muy amplio, por lo que tal vez debí reducir las dimensiones del armario o arrimarlo más hacia la puerta, lo justo para no acentuar el "efecto pasillo" que se consigue a la entrada de la habitación. La acción de entrar y visualizar la zona de evasión implica que hay un tránsito entre la puerta, la entrada, el ventanal –todo lo que se ve– y las zonas de descanso y trabajo –todo lo que no se ve–. Con esta disposición intenté que se reflejara la fluidez del espacio.

La zona de evasión la dejé para el final, a pesar de tener las características que antes pensé para el proyecto. Aquí es donde se ve claramente la influencia de la escena de 'Lost in Translation', así que ensanché la repisa lo suficiente para que una persona pudiera estar sentada cómodamente. Además, añadí una alfombra inspirada en los tatamis, como un guiño a la escala del cuerpo que ha de rebosar una construcción arquitectónica. Y, habiendo usado el concepto del shoji, creí que estéticamente no quedaría mal.   


En arquitectura, las cosas no han de ponerse porque sí; tienen que tener una justificación. Puede que no eligiera la distribución adecuada, que la presentación no fuera buena –el cartón pluma y yo todavía no nos llevábamos muy bien, como se puede ver en las fotos– o mis influencias no se vieran del todo claras. En cualquier caso, este proyecto es el que más satisfactoriamente realicé de todo el curso, y me sirvió de apoyo para no perderme en el camino de los proyectos posteriores.

1 comentario:

  1. muy interesante proceso. yo también estudio arquitectura en catalunya y me ha parecido muy interesante tu entrada.

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