Cristóbal Balenciaga fue una de las figuras más influyentes en la moda de todo el siglo XX. Coco Chanel o Christian Dior admiraban su forma de trabajar y su afán por innovar, y logró llegar a lo más alto transformando lo conocido en algo revolucionario.
Lo cierto es que fue un visionario. No sólo las deidades de la Haute Couture le tenían en gran estima, sino que toda la sociedad interesada por los incipientes cambios en la moda estaba muy atenta a cada paso que daba. Desde joven se interesó por la costura y logró trabajar como modisto rápidamente. Hay que tener en cuenta que, además de diseñar las prendas, también las fabricaba, cosa que muchos de sus contemporáneos no hacían, así que tenía la ventaja de jugar en un campo mucho amplio.
La visión espacial de Balenciaga era excepcional. Consiguió percibir la figura de la mujer de una manera nunca antes realizada, partiendo del concepto de la escala del cuerpo. Sus prendas son auténticos contenedores del espacio, en los que el cuerpo consigue encontrar una fluidez que se debe a su característica forma. La revolución que desencadenó el modisto vasco consistía en la forma de sus patrones, mostrando una clara pasión por la arquitectura del cuerpo.
Es fácil identificar la esencia de Balenciaga en infinidad de prendas. La búsqueda de la perfección mediante la mejora incansable de la técnica y el cuidado de los tejidos son sellos de identidad que conforman el aspecto final de todas sus prendas. Sencillez, sobriedad y líneas curvas, pero sin abandonar nunca la elegancia y el detalle.
La mujer, a lo largo del siglo pasado, cobró más y más relevancia. Abandonó su estirada silueta acorsetada para liberar su cuerpo a medida que iba liberando, poco a poco, su integridad como persona. Balenciaga captó la nueva corriente y, en vez de dejarse llevar por ella, remó con fuerza para llegar todavía más lejos. El resultado que obtuvo es una mezcla de artesanía, innovación, delicadeza y mucha lógica espacial.
A pesar de que los inicios de su carrera fueron en San Sebastián, Balenciaga nunca ha tenido el reconocimiento que se ha merecido en su propio país. Más allá de los Pirineos, es toda una eminencia de la moda y actualmente su firma se encuentra en las zonas más lujosas de las ciudades más importantes del mundo. En España, en cambio, ni siquiera tiene tienda. Aun así, en su Getaria natal cuenta con un museo de reciente inauguración, que cuida al detalle su distribución espacial para mostrar al público las creaciones del modisto.
Es inevitable encontrar una relación entre Balenciaga y el espacio arquitectónico. Al igual que otras firmas como 'Comme des Garçons' o 'COS', hay un especial interés por crear un espacio contenedor a la altura del producto. Por lo tanto, es normal encontrarse con diseños high tech de muchas tiendas como las de Londres o Cannes, o con interpretaciones de la época dorada de la Alta Costura.
La atemporalidad de la obra de Balenciaga siempre se mantendrá, como clásico que es, no sólo en el mundo de la moda, sino en todos los ámbitos que tengan que ver con la escala del cuerpo.
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