viernes, 11 de noviembre de 2011

Escaleras a lo desconocido


Los planos que se encuentran en una realidad distinta necesitan de un elemento que los relacione para que exista una comunicación entre ambos. Puede parecer puramente matemático o de una profundidad metafísica. Este aspecto ilustra el carácter de la escalera, que puede considerarse estrictamente funcional o una exaltación de la sensibilidad del "más allá".

Peldaño a peldaño, una escalera desplaza al individuo que las usa de una a otra planta, de una a otra altura, de uno a otro espacio, de una a otra realidad. Inconscientemente, se realiza un cambio, y cuanto mayor sea el cambio y menor sea el conocimiento del mismo, más sugerente ha de ser la escalera. Por lo tanto, ese "más allá" no es otra cosa sino el afán de sorprender y de dar a a conocer algo de lo que apenas se sabe.

Esta es la principal razón por la que decidí basar mi proyecto de escalera en el cine mudo de terror, aunque mi intención no fuera la de crear algo que diera miedo. Lo que buscaba era representar la sensación de inquietud y misterio que puede proporcionar una escalera de la que no se sabe su final (como en el comienzo de 'Casas encantadas'). Para conseguirlo, me centré en dos aspectos: la ingravidez inherente a cualquier escalera, y el expresionismo alemán.


Las escaleras flotan. A veces parece que lo hacen físicamente, pero no me refiero a la ingravidez propiamente dicha. El hecho de que la escalera comunique dos elementos quiere decir que no se posiciona ni en uno ni en otro, ubicándose en un punto entre ambas partes que se queda en el aire.

Cuando garabateaba con el lápiz sin rumbo fijo tenía constantemente el fotograma de 'Nosferatu el vampiro' de Murnau en la cabeza, con la siniestra silueta acechando tras la barandilla de la escalera. Poco a poco, empecé a enrevesar los trazos hasta centrar todo el pensamientos en la forma de la barandilla, y me detuve. No quería complicarme, ni hacer algo recargado que pudiera salirse de las condiciones del proyecto.






Así que fui simplificándolo todo y ajustándolo más a la realidad. Finalmente, el peso del proyecto se equilibró, de tal forma que lo destacado era el conjunto en sí, no algo en concreto. A nivel funcional, la escalera tenía que cumplir con la medida adecuada de los peldaños para la comodidad de su tránsito, además de no tener cabezada –que la cabeza no golpease con el techo a la hora de subir o bajar–. Las barandillas, que fueron mi mayor quebradero de cabeza, terminaron siendo líneas rectas y ligeras que iban independientes de la estructura de la escalera, formando unos amenazantes triángulos que intentaban advertir a quien se atreviera a subir.


Los colores del proyecto fueron el blanco y el negro, en clara alusión al cine de las primeras décadas del siglo XX, en especial al film 'El gabinete del Dr. Caligari', que premonitoriamente proyectaron pocas semanas después de la entrega de este proyecto. Sin embargo, decidí que los peldaños tenían que ser grises, pues representaban el único elemento dinámico del conjunto, además de esa ingravidez antes citada. El gris se encuentra el blanco y el negro, y es la mezcla de ambos. Además, así podía aprovechar y realizarlos con cartón-piedra en la maqueta.

La maqueta, casi en su totalidad de cartón-pluma, muestra la "casa" a la que nos mandaron añadirle unas escaleras. No tiene nada más que paredes y techos porque lo importante era la comunicación entre los distintos niveles, no los niveles en sí. Para que se viera claramente mis influencias y para tener una escala humana que permitiera ver con claridad las proporciones, añadí la sombra de Nosferatu, a la que le dí una medida en la realidad de aproximadamente 1,90 metros. En la imagen de la derecha de la maqueta se aprecia el reflejo de la luz, que es una ventana que coloqué en el techo para que su sombra se fuera desplazando por el último piso. Es una alusión invertida de cómo funciona la luz en el espacio, que estudié con el curso ya más avanzado.


Actualmente, esta maqueta no existe. Al ocupar demasiado espacio, decidí quedarme con las escaleras y guardarlas como un recuerdo de lo poco que sabía hace exactamente un año, y de todo lo que queda por aprender.


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